"Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo."
Efesios 4:32
Cuando Dios nos salvo, no lo hizo tomando en cuenta nuestra justicia sino que, haciendo misericordia, por su gracia, nos salvo tomando en cuenta la justicia de Jesucristo. Ahora, por la gracia de Dios somos salvos, estamos firmes en esa relación con Dios establecida sobre el fundamento de la obra de Cristo en la cruz del calvario. Es en ese pensamiento que debemos edificar todas nuestras relaciones. Dijo el Señor, "bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mateo 5:7). No puede ser de otra manera, si hemos sido objeto de misericordia y se nos ha perdonado una gran deuda, no podemos ahogar a nuestro prójimo que nos debe tan poco. Si hermano, cualquier ofensa o agravio es muy poco, es nada, en comparación con nuestra ofensa a Dios. La misericordia es en esencia no castigar a otro como merece sino más bien extenderle nuestro favor. Si has nacido de nuevo, medita acerca de esto y ora para aplicarlo.